Hay pequeños detalles que apenas cuestan esfuerzo y que
pueden conllevar un gran efecto. Hoy os vamos a hablar de uno de dos de ellos:
masticar bien y comer despacio. Aunque pueda parecer el enunciado más simple e
inútil del mundo, os aseguramos que su impacto en vuestra salud y, sobre todo,
en vuestra dieta (especialmente si queréis adelgazar) va a ser definitivo.
Muy poca gente le da importancia a estas dos cuestiones,
pero cada vez son más los médicos y nutricionistas que hacen énfasis en ellas,
por los siguientes motivos:
- Masticar bien hace que la comida llegue al estómago en un perfecto proceso de disolución en el que los dientes y la saliva han trabajado lo suficiente para que el estómago y las enzimas del mismo apenas tengan que hacer esfuerzo para procesar los alimentos. Esto es una inversión buenísima en nuestra salud, puesto que, al igual que ocurre con el corazón, pulmón y resto de órganos, cuanto más sobrecarguemos el trabajo de los mismos, menos nos durarán en buen estado. Utilizar los órganos digestivos de modo adecuado y no abrumarles de trabajo hacen que estos duren más y que lleguemos a la vejez con muchos menos problemas digestivos.
- En general, tanto comer despacio, como dar tiempo a que nuestra boca mastique provoca que la comida entra al organismo lentamente. Esto es fundamental porque si le damos a nuestro cuerpo toda la comida de golpe, haremos que la glucosa entre en sangre muchísimo más rápido y esto, además de ser perjudicial porque nos obliga a producir insulina, que es un esfuerzo extra de trabajo para el páncreas, supone aumentar la probabilidad de que todo lo que ingerimos se convierta en grasa. Cosa que no ocurre si comemos despacio. Lo ideal es que no tardemos nunca menos de 20 minutos en comer toda la comida. Y si podemos tardar 30 o 40 minutos, mejor.
- Por si esto fuera poco… otro dato importante es que el cerebro humano nos da sensación de apetito más en función del “tiempo” que de la cantidad de comida que tomemos. Es decir, que al margen de lo que comamos, la sensación de “hambre” la tendremos durante unos 20 o 25 minutos. Este dato es muy interesante, porque sabiendo esto desde el principio… sólo por comer despacio y hacer unos pequeños descansos de 5 o 10 minutos entre plato y plato… podemos acabar comiendo mucho menos, sin apenas hacer esfuerzo y sin que sintamos que estamos privándonos de nada. También siguiendo este principio tiene mucho sentido que empecemos comiendo los alimentos más sanos y con menos calorías al comienzo de cada comida (por ejemplo gazpachos, ensaladas y verduras) y dejemos para el final los “caprichos” o infracciones, como la pasta, o los dulces. Algo que recomendamos, es tomar un gazpacho (que contiene tres superalimentos: tomate, ajo y cebolla), 15 o 20 minutos antes de la comida. Esto reducirá enormemente nuestro apetito (porque además, debido a la fibra y la cantidad de líquido supone una comida tremendamente saciante), y nos permitirá comer menos cantidad en el resto de la comida.
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