Hace dos fines de semana asistí a un curso muy interesante
sobre un tema que no tiene nada que ver con la salud ni la nutrición. Fue un
curso largo y cansado con una temática complicada que exigía mucha atención
para poder seguirlo. Debido a esto, cada uno de los dos días hicimos una pausa
lo justo para comer algo en un restaurante y luego seguir con las clases.
El primero de los dos días, después de comer, los alumnos
estábamos despiertos y atentos a las explicaciones, a pesar de haber comido un
menú bastante abundante. En cambio, el segundo día, después de la comida todos
nos sentíamos somnolientos y cansados, haciendo grandes esfuerzos para seguir
las clases, a pesar de que estábamos muy interesados en la temática y
asistíamos de forma voluntaria. Esto se debió, a que este segundo día comimos a
base de carbohidratos rápidos: arroz, salsas dulces, postres azucarados…¿Por
qué sucede esto? Este efecto está causado por el impacto de los carbohidratos
en los niveles de glucosa en sangre. Cuando ingerimos un alimento de este tipo,
el cuerpo lo digiere y pasa a la sangre en forma de glucosa. Si los
carbohidratos en cuestión, son de tipo rápido, este proceso ocurrirá de forma
rápida, lo que conducirá a que el cuerpo segregue insulina en una cantidad excesiva.
¿Por qué hace esto? Porque una subida muy rápida de la glucosa en sangre es
peligrosa y el cuerpo se defiende de esta manera; así la insulina retira la
glucosa de la sangre almacenándola en los músculos y en el hígado, para ser
usada posteriormente como energía. Al tener lugar este proceso, la insulina elimina toda la
glucosa del torrente sanguíneo, dejando al cerebro sin su principal
combustible, como explicábamos en un post anterior. El cerebro, ante la
ausencia de combustible, baja su rendimiento, y el desfallecimiento y el sueño
son sus síntomas.
En el próximo post explicaremos como evitar este fenómeno, y
qué alimentos lo producen y cuáles no.
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